Cada instante que pasa, millones de cosas cambian a nuestro alrededor. Sin embargo, como seres humanos, tendemos a resistirnos o criticar el cambio, a pesar de reconocer que es una verdad universal. Nos asusta salir de nuestra zona de confort, enfrentarnos a experiencias desafiantes o simplemente intentar cosas nuevas. Es como si creyéramos que el fracaso es inevitable o que el cambio solo trae consecuencias negativas. Pero el cambio es parte esencial de nuestra naturaleza. Está intrínsecamente ligado al crecimiento. Incluso nuestras células cambian constantemente, y aunque este proceso eventualmente conduce al envejecimiento, también nos permite fortalecernos y mantenernos saludables. Para mejorar, es fundamental aceptar que no podemos crecer sin cambiar y madurar. Es cierto que la resistencia al cambio puede ser un mecanismo de defensa, útil para evitar decisiones impulsivas. Sin embargo, debe servirnos para reflexionar con claridad, no como excusa para rehuir todo aquello que impliq...