¿Cuéntanos sobre ti?
Hola, me llamo Laydy Milagros Alfonso, soy paraguaya pero crecí en Argentina; Tengo una mezcla bastante diversa de nacionalidades. Desde pequeña, me encantaba la política, era como enfrentarme a todo el mundo, y mi mamá me decía "Evita Perón", quien hasta el día de hoy es alguien que admiro junto a Nelson Mandela. Me empezó a interesar el tema de la educación y el activismo cuando tenía 13-14 años. Pero mi punto de inflexión fue un profesor, a quien, si tuviera que dedicar algo de todo lo que soy, sería a él: Walter Emeri. La enseñanza que nos brindó a nosotros, sus alumnos, fue increíble. Fue mi inspiración para seguir adelante durante mi enfermedad, un síncope vasovagal, durante el cual también sufrí ataques de pánico y ansiedad. Estuve internada, pero él fue como: “Eres un diamante en bruto, puedes con todo esto”. Y no le importó nada cuando profesores se negaban a darme clase, cuando la institución no se hacía cargo, cuando mis compañeros hacían bullying; fue el único que se paró a decir: "Yo le voy a dar clases, yo la voy a ayudar a hacer tal cosa porque sé que lo vale”. Fue esa persona que, al día de hoy, digo: no puede ser, todo lo que soy se lo debo a él, por el hecho de enseñarme tantas cosas, de inculcarme que si quieres, puedes. Cada vez que te levantes, mírate al espejo y di: tú puedes. Mi primer comienzo con eso de la educación fue en el Parlamento Juvenil del MERCOSUR, al que este docente me llevó. Me dijo: "Tienes tantas ideas pero no sabes por dónde empezar", cuestión de que fue ahí donde empecé. Y es que a veces pasa que somos nuestro peor crítico. Yo era de criticarme por cualquier cosa. Decía: “Ay, no lo voy a hacer bien”, “¿Cómo me voy a parar frente a todas estas personas con lo que propongo?”. Pero para eso también, el hecho de capacitarse es primordial, y no tener miedo. Los nervios van a estar siempre, pero si te animas, se te abren puertas imprescindibles. Fuera de eso, tengo a mi abuela Tota, es una de las personas que más amo; ella me enseñó que decir adiós es crecer y que también hay que soltar el dolor que uno siente y aprender a perdonarnos. Aprender a perdonarnos y dejar de echarnos la culpa por cosas que vivimos es imprescindible para nuestro crecimiento personal. Y también mi mamá fue mi fuente de contención en todo momento, y mi apoyo cuando sufrí una violación, y desde ahí también sigo luchando por mis derechos. Luchar por lo que soy, por justicia, porque esa persona aún no se encuentra presa, y luchar por las chicas que el día de mañana sepan cómo prevenir un abuso y no ser víctimas. La educación sexual integral nos salva, animarse a hablar, no tener vergüenza, animarse a decirlo. Si alguien que está leyendo esto está pasando por algo parecido, mi consejo es que se anime a hablar, que no tenga vergüenza de decir quién es; su vida no se va a romper por hablarlo o decirlo.
Incidentes tiene recurso de salud mental, porque pedir ayuda es de valientes: https://drive.google.com/drive/folders/1rofCaKNG70zvPZQJSb1yg1v93N0Jy-3-
Respecto a tu participación en nuestro conversatorio de Salud Mental, ¿Qué fue lo que te llevó a participar del conversatorio?
Primero que nada, participar en un conversatorio fue algo que siempre quise hacer. Participar en constantes capacitaciones sobre educación emocional, formar parte de campañas de prevención del suicidio y estar siempre capacitándome fue el momento clave para preguntarme: ¿Qué haríamos si no tuviéramos miedo? Actuar y conversar se convirtió en ese punto de inflexión tan significativo donde, no solo por formar parte del conversatorio, aprendí un montón de las otras chicas activistas de diferentes lugares. Esto realmente representó un panorama distinto al que estoy acostumbrada a ver. Aprendí mucho sobre otras realidades con las que no estoy familiarizada o que, simplemente por ser de Argentina, me resultaron un choque cultural bastante grande. Así que creo que la salud mental, la cual no es reconocida como debería en todos los ámbitos, es fundamental. La educación, citando a Paulo Freire: “La educación no cambia al mundo: cambia a las personas que van a cambiar el mundo”, es crucial. Y educarse emocionalmente, creo yo, va a cambiar el pensamiento y la forma de ver de todas las personas.
En el aspecto de desinformación respecto a salud mental, ¿Qué deben hacer los jóvenes?
Creo que, en primer lugar, se encuentra el tema de los medios de comunicación y cómo nos adentramos en ellos. En Occidente, se presentan un montón de cuestiones, especialmente cuando hablamos de salud mental. Cualquier cosa que veas, tienes que creerla tú y solo tú, y nadie más. Si sientes que eso te sirve, tómalo; si no, no lo hagas. Capacitarte con programas como Incidentes, AMUJI, como es la UNICEF, entre muchos otros programas relacionados con la salud mental, creo que son maravillosos y aportan muchísimo a todos los que somos conscientes de su importancia.
¿Cuál es tu opinión respecto a cómo manejar la salud mental siendo activista?
Bueno, yo conté mi experiencia sobre cómo me estaba consumiendo una parte de lo que yo era. Y al día de hoy, lo veo en La Plata, la ciudad donde vivo, en temas de agrupaciones de militancia partidaria, el hecho de que se vuelve y se convierte en absolutamente todo lo que eres. Y que no tienes otro tema de conversación que no sea la militancia, la agrupación, el activismo. Yo creo que somos más que eso, y hay que tener en cuenta que el activismo es amor, el activismo es parte de nosotros, nosotras. Que el activismo es algo que nos llega constantemente y, si sientes ese llamado de ser activista, lo puedes ser, pero tienes que tener varios cuidados, como por ejemplo, que no se vuelva toda tu vida y todo tu panorama. Que tengas momentos para descansar, que tengas un momento para decir "basta, no puedo tomar otra responsabilidad en mi vida o voy a colapsar". Y es como que estás en todos lados, nunca terminas de hacer una cosa y no vas a poder dar el cien por ciento a todo siempre, y hay que estar preparado a veces para decir que no. Y eso se escuchó mucho en el conversatorio, que a muchas activistas nos cuesta decir que no. Y no está mal decir que no a veces y ponerse como prioridad. Si tú estás mal y no vas a poder dar el cien por ciento en absolutamente todas las cosas, hay que aceptar que está bien estar mal a veces, y que no vas a poder siempre llevar todas las cosas que conlleva el activismo. Y seguir promoviendo lo que es el activismo sano y la educación emocional para poder afrontar las cosas que se ven en el activismo día a día.
¿Qué papel crees que juega la educación en desarrollar jóvenes integrales, o si no lo está haciendo?
Creo que hoy en día, la educación es como la alegoría de la caverna, en el sentido de que constantemente estamos mirando una pantalla, y ellos depositan información en nuestro cerebro, haciendo que dejemos de ser seres pensantes, y eso hay que cambiarlo totalmente. Creo que no están creando seres pensantes; lo que quieren es adoctrinarnos constantemente con otros pensamientos, en vez de decirnos: "Bueno, te voy a dar esto y te enseño a reflexionarlo, para que tú tomes tu punto de vista". La educación de hoy no nos prepara para el día de mañana ni para la vida, y eso hay que tenerlo en cuenta. Por eso, debemos crear el hábito de reflexionar: "Esto es lo que quiero para el día de mañana, ¿Qué haría yo si no tuviera miedo?, ¿Cómo hago para afrontar esto que está pasando en el mundo y en América en sí?". Creo que las escuelas no tienen como fin prepararte para la vida, y eso hay que tenerlo en cuenta.
¿Cómo luce para ti una educación de calidad?
Yo creo que, en primer lugar, debemos seguir luchando y fomentando la educación pública, gratuita y de calidad porque es un derecho. En segundo lugar, y para mí primordial y transversal para una educación de calidad, están la educación emocional, la educación financiera, la educación de género y una educación popular que nos enseña a observar nuestro entorno, a entender lo que pasa en nuestra sociedad, a resolver problemas, y que nos enseñe qué es un ataque de pánico, qué es la ansiedad, qué es el estrés. Al día de hoy, nuestros padres ven el hecho de que no podemos controlar el estrés, la ansiedad, y ni siquiera sabemos cómo identificarlo. Creo que, en la base, es eso.
Además, el tema de que no nos capacitan para el día de mañana conseguir un trabajo, ni nos enseñan cómo inscribirnos en una universidad o en una institución, qué es el activismo joven. Hay un montón de programas, como el Modelo de Naciones Unidas o el Parlamento Juvenil del Mercosur, que lo que hacen es desarrollar a chicos para ser parlamentarios y que el día de mañana lleven a cabo sus ideas. Yo participé, presenté un proyecto de educación emocional y educación financiera; La Plata fue piloto de educación financiera y se vio bastante bien. Aprendieron sobre tarjetas de débito, crédito, también cómo hacer un currículum, cosa que no se enseña. Porque sin esto, después, el día de mañana, te chocas con la pared y te preguntas: "¿Qué me ha enseñado la secundaria?"
¿Qué espacios de Incidencia y de toma de decisiones deberían existir para hacer realidad la educación de calidad que describiste?
Yo creo que el activismo y la militancia, dejando de lado el aspecto partidario, que es otro tema donde cada uno tiene su punto de vista, sino la militancia, el activismo de decir: “Yo estoy luchando por mis derechos”, y como dice Nelson Mandela: “La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”. Necesito que los chicos de hoy día salgan a luchar por sus derechos, los cuales costaron años conseguir. Tuvimos una dictadura militar en el contexto argentino. Chicos, jóvenes activistas que desaparecieron en La Plata por el voto estudiantil, por tener el boleto estudiantil, lo que nos costó muchísimo tiempo, y al día de hoy no podemos poner en riesgo eso. El hecho también de la educación emocional, hay que luchar por esas cosas. Y yo creo que a nuestra juventud le falta la cultura del activismo, de decir: “Bueno, me voy a parar y estoy preparado para decir lo que yo pienso”. Y no voy a tener miedo de enfrentarme a una persona que me está imponiendo pensar igual que ella. ¿Qué haríamos si no tuviéramos miedo?
¿Qué crees que es importante que la educación tenga para que los jóvenes tengan la cultura de cambio, incidencia y activismo?
Primero que nada, vivimos en una sociedad ansiosa, la ansiedad nos gana constantemente. Y eso es algo que está tan normalizado. Después, algo que siempre digo es que las generaciones anteriores dicen que somos “niñitos de cristal”, que de cualquier cosa nos rompemos. No. Siempre, pero siempre, hay que tener en cuenta que nosotros somos los jóvenes que vinieron a cambiar el mundo. ¿Por qué? Porque nos cuestionamos el mundo en el que vivimos y la sociedad en la cual estamos. Eso es primordial. Nosotros y nosotras somos agentes de cambio. Nos cuestionamos dónde vivimos. Cómo funciona la sociedad, por qué esto funciona así, cosas que antes no se hacían, yo creo que nosotros venimos a corromper y romper toda esa sociedad patriarcal que tenemos, y otra vez cito: ¿qué haríamos si no tuviéramos miedo? Yo creo que el hecho de animarse es el paso primero y gigante que puedes hacer. Y no quedarnos con el "qué hubiera hecho si lo hubiera hecho", el hubiera hecho termina literalmente derribando sueños. Pasa mucho eso de "yo quiero ser doctor, ser bombero, esto" pero el no animarse, el no dar el paso primero porque no, porque no vas a poder, porque esto, porque aquello, constantemente tirando abajo a los jóvenes, sus ideas, por esto de que somos una generación de cristal, porque todo lo corrompe. No. Yo me estoy cuestionando. Hay que saber poner en su lugar, educadamente y correctamente, a esas personas: decirles "yo vine a cambiar el mundo, soy un agente de cambio” y trabajar en uno mismo y nunca quedarse callado.
¿Cuáles son los factores de la sociedad adultocéntrica que no permiten a los jóvenes participar?
Yo creo que también es por el hecho de cómo fueron criados, por el hecho de que hay factores que ellos no van a poder llegar a entender para la sociedad en la cual les tocó vivir. El hecho de que de un día para el otro haya teléfonos, de que te puedas comunicar con todas las partes del mundo. También el hecho de que antes un joven no se paraba a decirles las cosas y el día de hoy sí lo hacen. Creo que son ejes fundamentales el hecho de que nos paremos a ser agentes de cambio. Hay bastantes factores causantes de la sociedad adultocéntrica en la que fuimos criados, sin embargo esto tiene como resultado que las personas adultas no estén acostumbrados a que alguien menor de edad les hable o decida debatir con ellos porque los adultos tienen una creencia heredada donde consideran a los jóvenes ignorantes de la vida en sí. Freire hablaba de cómo la educación tradicional era parte de todo lo cotidiano de la sociedad, y a él lo exiliaron por querer tener una educación liberadora para la gente de campo. Yo creo que este es un claro ejemplo de no solo los adultos sino de la sociedad en la que vivimos.
¿Cuál crees tú que es el rol de una red de soporte a la hora de apoyar a un adolescente activista?
Creo que desempeñamos un rol importante. Nacimos para estar con el otro, ya que somos la especie que no puede vivir por sí sola; si me quedo sola, me vuelvo loca. No debería ser un privilegio, obviamente, sino algo que absolutamente todos los adolescentes deben tener: una red de soporte. Esto se debe a que tener un abrazo de mamá o de un profesor que verdaderamente cumple el rol de la docencia es crucial, porque la docencia no es solo estar en un salón y esperar que mi alumno aprenda. ¿Quién te dice que ese alumno está aprendiendo? Porque nadie te está justificando que ese alumno esté aprendiendo lo que tú estás diciendo en clase. Aquí entra en juego cómo como sociedad vivimos y cómo ese alumno lo está pasando. Tal vez ese alumno tiene problemas en su casa, tal vez no comió debido a la situación actual del país; depende mucho de lo que ese alumno esté pensando para el día de mañana. Digo que la red de soporte puede ser hasta un amigo, es el hecho de que podamos valorar quiénes son las personas que están cotidianamente con nosotros y que nos quieren ver bien, porque hay muchas personas que, aunque estén en tu equipo, juegan para el otro lado. Esto sucede también en las amistades. Por ejemplo, yo tengo a mis amigas Nicky y Mili, a quienes amo un montón y son mi red de soporte, porque yo puedo llorar con ellas. Creo que está infravalorado el acto de llorar; el no llorar o el "no llores" no está bien. Una frase que aprendí hace poco es "el peine saca los nudos del pelo y llorar los del alma". Creo que las personas que sienten que no tienen esa red de soporte, en realidad la tienen o no la están viendo desde otro punto de vista. Lo que sucede mucho en las familias es que a veces mamá, papá o nuestra red de contención que tenemos en casa están tan lastimados por la sociedad misma y/o por cosas que les pasaron anteriormente que, inconscientemente, nos lastiman a nosotros o a las personas que les rodean, por el simple hecho de que no les enseñaron a amar o por distintas maneras de amar, lo cual hay que tener en cuenta al considerar cómo se criaron.
¿Qué consideras que es esencial para la participación protegida de los jóvenes?
Creo que el primer punto es saber pedir ayuda. En un caso personal, me cuesta muchísimo pedir ayuda cuando no sé cómo tomar una decisión. Primero, saber pedir ayuda. Segundo, es ver el panorama donde estamos parados; debemos tener el hábito de preguntarnos: ¿esto aporta a lo que yo soy?, ¿estas son las energías que quiero tener? Creo que todos debemos tener ese hábito: entender que si no puedo, está bien pedir ayuda. También decir adiós es normal, y está bien, como dice Cerati, decir adiós permite que entren cosas buenas y dejar semillitas buenas para poder empezar a crecer, y no solo en lo emocional, sino en el activismo, en la educación y en todo lo que nos rodea.
¿Cuál es el futuro del activismo?
El futuro del activismo, una pregunta difícil. Yo creo que más personas se van a unir, levantarán la voz y espero que lo hagan en todos los rincones de Latinoamérica, Dios quiera. Por la sociedad en la que estamos, por la situación de Latinoamérica en sí y las situaciones que nos rodean, por la inseguridad. Yo creo que el activismo va a seguir fuerte, nos va a unir a todos como hermanos para poder salir de todo lo que está pasando; de decir, por ejemplo, "bueno, yo me voy a unir con mi compañero para luchar por mi amiga desaparecida" o "me voy a unir para poder obtener mi boleto estudiantil", "me voy a unir para que se cumplan mis derechos". Yo creo que esas uniones van a pasar y seguir pasando y que el activismo está cada vez más fuerte. El activismo va a crecer y la militancia de salir a la calle para decir "yo necesito esto, es mi derecho" va a estar en todos los rincones de América. El activismo pacífico, el que sale del pecho, con amor, con bondad, va a romper todas estas barreras que tenemos hoy en día.
¿Quieres añadir algo?
Para cerrar, tengo el sueño de abrir una ONG o una organización civil donde formemos a activistas jóvenes para todo lo que es la educación emocional, para llevarlo a lo cotidiano, y también realizar talleres de prevención del suicidio. Creo que sobre el suicidio no se habla y es un tema que se debería tratar abiertamente. Además, el hecho de mirarnos en el espejo y decirnos que somos capaces de todo y que somos las personas más fuertes, considero que toda la adolescencia es algo tan tabú hoy en día como lo es el suicidio. El hecho de que hay un montón de personas, incluso nuestro mismo amigo, y no nos damos cuenta, puede ser quien más se ríe en el salón, la persona más amable y buena. Mañana, podría ser víctima. Debemos cuidar nuestras palabras, aprender a ser empáticos y a practicar la sororidad, que también es algo que cuesta muchísimo y es tabú en nuestra sociedad. Aprender a escuchar puede salvar la vida de un amigo, familiar o conocido sin darnos cuenta. También es importante tener idea de cómo prevenir todo eso, capacitarnos para saber cómo actuar cuando alguien tiene un ataque de pánico o de ansiedad, saber identificarlo. Saber diferenciar todas estas cuestiones te va a ayudar en la cotidianidad para ayudar a quien esté cerca de ti y tú vas a poder reaccionar. Eso también salva vidas. Las enfermedades mentales son igual de importantes que las físicas. Son enfermedades que deben ser tratadas por un psicólogo y/o psiquiatra. Ir al psiquiatra y/o psicólogo no significa estar loco, y es algo que en nuestra sociedad se dice muchísimo. Ir a terapia es lo mejor que hay. Ir al psicólogo es lo mismo que ir al médico cuando tienes una dolencia física o a un especialista como un neurólogo, ginecólogo, etc., es absolutamente igual, solo que en la salud mental no se ve; te va consumiendo poco a poco, te va aislando y dejando solo. Y ahí es cuando no sabes cómo salir de eso, te va afectando tanto que no ves las señales, y tienes 800 cuerdas en un pozo pero no sabes cuál tomar. Y el pensamiento de no poder salir de esto y simplemente decirles que no están solos, que tienen amigos, familiares, profesores que seguramente están orgullosos de ti y eso.
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